domingo, 3 de mayo de 2015

Solidaridad y sonrisas a través de la Fundación Victor Sastre

Hoy ha sido un día especial para la Casa Grande de Martiherrero. Un día lleno de sueños y de realidades pero, sobre todo, un día para creer en las personas, en la buena gente que, a través de sus acciones y de su esfuerzo, dulcifica la vida de las personas que lo tienen menos fácil.
El día 27 de febrero la fundación Victor Sastre entró en la Casa Grande por primera vez. Empatizamos rápidamente y, sobre todo, empezamos ambas a conocernos. Vimos y charlamos con su cara más visible y conocida, pero también nos dimos cuenta de lo que encierra y significa esa fundación.
La Casa Grande nació hace 50 años con una finalidad y persiguiendo unos objetivos. La fundación Victor Sastre surgió en los años 80, es más joven, pero también surgió para dar respuesta, para servir, ayudar y dignificar a personas que entre otras cosas podían ir por un camino difícil.
Las dos instituciones saben lo que es "el servicio a los demás" aunque las herramientas utilizadas sean diferentes. Hace 50 años que Bernardo Herráez, Alfredo Abella y José Santacana, diseñaron un modelo para atender a personas con discapacidad intelectual, y hace algunos años menos que un señor llamado Victor Sastre también vio la necesidad de ayudar y lo hizo a través del deporte de la bici. Unos en Martiherrero y otro en el Barraco. Ambas fundaciones surgieron en el medio rural aunque fueron pensadas por gente urbana.
A Victor Sastre aún no le conocemos pero sabiendo como es su hijo, al cual si hemos tratado y conocemos como persona, que no como ciclista... pensamos que tiene que merecer mucho la pena pasar un buen rato con él, con el auténtico protagonista.
Y así... en estos dos meses se fraguó la historia que hoy se ha llevado a cabo. Gracias por el esfuerzo para montar toda esta infraestructura, por poner tanto entusiasmo pero, sobre todo, por haber hecho que un grupo de chicos y chicas de la Casa Grande hoy se hayan sentido útiles y capaces de ayudar y desarrollar un trabajo a vuestro lado. Gracias Abel por las horas que has dedicado a este plan.
También gracias a todas aquellas personas que hoy han estado al lado de la Casa Grande. Queremos que sepáis que ese esfuerzo físico se ha convertido en energía para toda nuestra Casa. Os aseguro que eso es mucho más importante que el esfuerzo económico, reconforta mucho más y llega más dentro del corazón.
Hoy es de esos días que merecen la pena vivirlos, para muchos habrá sido un día de tantos, pero les aseguro que para nosotros no. La ciudad de Ávila ha hecho un hueco a la Casa Grande de Martiherrero y ha sido de la mano y junto a la Fundación Victor Sastre. ¡Todo un lujo! Pero sobre todo GRACIAS.