martes, 9 de junio de 2015

A pesar de tu discrección tu marcha deja huella

Candelas, te has ido sin avisar, así de repente, cuando no lo esperábamos. Pero así es la vida y así la tenemos que entender.
La más débil de los tres, la que pasaba por la vida sin pisar a nadie, de carácter emotivo, sencillo y afectuoso.
Pienso que te sentías protegida por tus hermanos y, sobre todo, querida por todos los que estamos aquí. Esta ha sido tu casa durante muchos, muchos años, aquí se queda tu gente, tu familia de la Casa Grande, la que te ha acompañado hasta el final.
Viviste 49 años, una vida de silencios y con algunos espacios vacíos que nadie ha podido adentrarse en ellos. Tus pensamientos han sido un misterio, tus afectos se notaban y tus hechos eran delicados y frágiles. Hablabas lo justo y de vez en cuando fluía de tus labios una frase: "mamá a casa". Eso si lo entendíamos Candelas, ese debía de ser tu sueño, pero nunca llegó. Así es la vida y la tuya no ha sido nada fácil.
Te cobijó la Casa Grande, te dieron calor sus muros, te quisieron tus hermanos y tus compañeros y, sobre todo, te mimaron y protegieron todos los trabajadores de esta Casa.
Te lloramos todos juntos y nos consolamos unos a otros y te echaremos de menos. Y aquí se queda tu ausencia. Y tu ya estás arriba, con los "otros", con tus "compis" que ya se fueron y que te habrán recibido con una sonrisa suave como la tuya.
Ojalá te hayan cogido de tus manos y aunque sea gritando como hacían Vito y Olga, te hayan dicho bajo la mirada atenta de Eva y Carmen: "ven Candelitas que vamos a jugar a mirar lo que hacen allí abajo, en la Casa Grande, en nuestra casa".
Te has ido en plenas celebraciones, así que te vamos a tener muy presente en todas ellas. Tu vida, que ha sido tan silenciosa, no tiene nada que ver con tu muerte que quedará unida para siempre a los 50 años de la Casa Grande de Martiherrero.
Adios bonita, adios bonita.