jueves, 18 de junio de 2015

RECONOCIMIENTO SOCIAL Y AFECTO DE LOS AMIGOS POR 50 AÑOS DE COMPROMISO Y SERVICIO




Gracias, muchas gracias, infinitas gracias, a todos los que habéis hecho realidad un deseo, el sueño de que la Casa Grande de Martiherrero haya podido casi "tocar el cielo con las manos".
El día amaneció entre nubes y rayos de sol, como no podía ser de otra manera, y así la climatología también testificaba como han sido 50 años de historia entre luces y sombras.
Todo estaba planificado y organizado, pero había que llevarlo a cabo y que saliera bien. La cita empezaba a las 11 horas en la Catedral de Ávila y allí llegaron los auténticos anfitriones: los chicos, los que dieron un ejemplo de comportarse y de saber estar. ¡Qué buenos y qué listos sois! Y allí con vosotros estabamos todos los que trabajamos a vuestro lado, todos los que creemos en vosotros. Ayer todos nosotros nos sentimos más cerca que nunca si cabe, y somos los que sabemos que es así, pero de todas formas, para que no quede ninguna duda, el Obispo de Ávila, D. Jesús García Burillo, quisó dejar constancia de ello con una placa de reconocimiento a todos los que trabajamos por esta causa tan noble. ¡Qué cerca está el Obispo, nuestro Obispo de todos nosotros! Eso se nota, se siente, y ayer se manifestó más que nunca.

Y empezaron a llegar amigos y más amigos de la Casa Grande y la Catedral se llenó de cariños y afectos. Y llegó D. Isidoro, el alma de Martiherrero durante 31 años y los chicos, sus chicos, le aplaudieron en un aplauso que eran abrazos con mucho sentimiento.
Y llegaron amigos de Madrid, Burgos, Segovia, Valladolid, Palencia, Zamora, Fuentepelayo, Salamanca, Talavera de la Reina y... muchísimos de nuestra querida Ávila.
Y llegaron las autoridades políticas que quisieron hacer un reconocimiento que por derecho le corresponde a esta Casa. Gracias a Dña Mª Ángeles Ortega, a D. José Luis Rivas, a D. Agustín González, a D. Sebastián González, a D. Miguel Ángel García Nieto, a D. Ángel Muñoz, D. Francisco Muñoz Retuerce, a mandos de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policia. Conozco sus cargos políticos, subdelegada del Gobierno, Alcalde, Presidente de la Diputación, diputados, jefes territoriales, comandantes, directores, etc.

Ojalá ayer no solo les haya hecho estar entre nosotros su obligación política, ojalá haya habido algo de devoción a esta causa y, sobre todo, se marcharan pensando que de todo y de todos se aprende y que la mañana mereció la pena. GRACIAS de nuevo, y hasta cuando quieran; para la Casa Grande, les puedo asegurar que eran antes amigos que políticos.
La Casa Grande tiene tanta grandeza de alma y de espacios que no entiende de colores políticos y además da cabida a amigos muy, muy diferentes entre ellos. Nombrarles y enumerarles sería imposible porque fueron muchísimos, si alguno lee este blog, sabrá que me dirijo a él.
A los que hace 15 años que estáis unidos a nosotros, GRACIAS por no haber desafllecido nunca y no habernos abandonado aunque los vientos no nos hayan favorecido. Estuvisteis en lo malo más cerca que nunca, creisteis en este proyecto, peleasteis porque no muriera y ahora es de justicia que disfruteis de nosotros y con nosotros. Habéis sido pilares fundamentales de esta Institución y, muchas veces, (permitidme esto) hombros en los que alguien hemos podido desahogarnos y hasta llorar. GRACIAS.
A los que llegásteis mucho más tarde, cuando todo ya estaba encauzado, GRACIAS por no tener miedo al pasado de la Casa Grande y haber entrado a conocernos y a querernos. Habéis sido nuestros embajadores y portavoces ante una sociedad que aún estaba algo reticente a seguirnos.
Ahora si necesito hacer una mención especial a la comunidad de Mercedarias que vivió aquí más de 20 años y que estuvo representada aquí ayer por Sor Teresa Heredero. Ustedes fueron junto con D. Isidoro los pilares de esta Casa, sin ustedes no estaríamos ahora en este punto. Esta Institución les debe un reconocimiento por su labor de entrega en silencio y su buen hacer. Siempre estuvieron en la sombra pero con paso firme. A veces la historia se vuelve a repetir, como ocurre de nuevo en la Casa Grande, ustedes dejaron grandes discípulos. Les puedo asegurar que dejaron mucha huella tanto entre los chicos como entre los trabajadores. ¡Ojalá en algún momento pudieramos juntarnos aquí, en Martiherrero!
Veinte años de una vida es mucho tiempo para borrarlo de la mente, por eso ayer yo ví a una mujer religiosa mercedaria, emocionada, con brillo en su mirada y hasta con cierta nostalgia cuando subió a lo que fue su casa y su vida.
Yo, por causas ajenas a esta Institución, conozco bien a la orden Mercedaria, les aseguro que siempre las recuerdo porque aquí dejaron a personas que las recuerdan constantemente. Gracias Hermanas Mercedarias, está claro que por donde pasan, crean escuela y dejan su impronta. Ustedes también saben lo que es el servicio a los demás con humildad y generosidad.
Y hubo discursos, canciones, teatro y proyección de un maravilloso video, una joya, que no es ni más ni menos que la Casa Grande abriendo sus puertas de par en par a la sociedad. Así somos, esto es lo que hacemos día a día y si alguien se sorprendió mucho, es porque no nos conocía lo suficiente. Es cierto que creemos en la privacidad de las personas, en su intimidad y en sus parcelas que nadie tiene porqué ver. La mayor integración es no tener que estar expuestos siempre a un escaparate donde se hable a menudo de logros y más logros. De esa manera no, de esa forma preferimos estar y ser anónimos. Ayer si que había que estar porque 50 años lo merecían.
Gracias a los medios de comunicación por su respeto en el tratamiento y por su coherencia en la información y por estar cerca cuando os necesitamos.
Después, como en todas las celebraciones,  comimos y compartimos tertulias y sobremesas. Hubo fotos que quedarán como testimonios para dentro de mucho tiempo.
Y aquí seguimos el día después,  en nuestro día a día y nuestra rutina. Eso sí,  con más ganas que ayer y más reconfortados y mas reconocidos que nunca.
Somos como somos, creemos en  nuestros proyectos presentes, soñamos con los que vendrán en años sucesivos y que harán crecer aún más a la Casa Grande de Martiherrero.
Si ayer casi tocamos el cielo, hoy hemos vuelto a bajar a la Tierra pero siendo aún mejores. Creanselo porque es la verdad.