Hace ya un
año que pusimos en marcha nuestro acto de
“conversando con…” Hemos conocido a personas que nos han impactado mucho
por sus profesiones, hobbies, humanidad… Pero ayer conocimos a alguien que
aparte de todas estas cualidades, nos impactó por su cercanía, su sonrisa, su
humanidad y, sobre todo, porque aunque ya no es un niño, está lleno de
ilusiones que le permiten soñar y soñar.
Llegó
acompañado de alguien que ya nos conocía y sabía a qué nos dedicamos. Alguien
que también sueña pero que sobre todo tiene pinta de creer en las causas
perdidas y de ser un gran conversador. Gracias Fernando López del Barrio por
pensar en nosotros y por acercar a nuestra Casa a César Jiménez. Siempre
estaremos en deuda contigo, máxime cuando sabemos que ya tienes nuevos
proyectos para realizar con nosotros. Agradecemos mucho tu esfuerzo y tu
empatía.
De esta
manera fue como a las 12.30 h llegó César Jiménez al centro de día de la Casa
Grande. Nunca había estado y sin embargo parecía que conocía a los chicos y
chicas desde siempre. Sólo hubo que verle hablar con Fernando Maroto, María
Cuerva…o sólo había que observar su cara complaciente y con expresión de
alegría junto a Pedro Sáez, Eduardo Jiménez… Ha observado con bastante interés
y precisión los trabajos que se realizan en los talleres ocupacionales.
Así ha
pasado unas horas y cuando nos hemos visto en la casa a la hora de comer, el
gesto de su cara mostraba un estado de ánimo exultante y lleno de satisfacción
por lo que había visto. Ahora bien, los que hemos estado tomando un pincho con
él, también nos hemos sorprendido mucho con su actitud. Conocimos a una persona
llena de humildad, con los pies en la tierra, a un hombre que aunque la vida le
hizo añicos los sueños, nunca se ha olvidado del significado del verbo soñar y
además sabe conjugarle en pasado, presente y futuro, lo cual le hace ser una
persona llena de ilusiones y de optimismo. Cuando en la vida por los motivos
que sean, una persona toca fondo, se llega a un punto de inflexión desde el que
se sale renovado, se sale cambiado para bien o para mal. Pienso que a César
Jiménez le ocurrió eso y él se convirtió en una persona mejor de lo que era, si
es que se puede ser mejor gente. Y a los 30 años volvió a partir de cero, se
ilusionó con cosas muy simples pero a la vez muy importantes y volvió a soñar
con un mundo más justo y lo hizo sin rencor, cambiando lágrimas por sonrisas y
poniéndose a disposición de personas que le necesitan.
Gracias
César por tu visita, hoy nos has dado una lección de humildad y de humanidad.
Verte rodeado de chicos y chicas preguntándote esta tarde por tu vida, tus
hobbies y tus ilusiones nos ha emocionado. Has contestado muy sereno, tranquilo
y lleno de paz; sin prisas, como si tuvieras todo el tiempo del mundo. Ha sido
una jornada muy, muy entrañable, esperamos que a ti te haya ocurrido lo mismo.
Ojalá
vuelvas pronto porque aquí, en la Casa Grande, ya te están esperando. La vida
da muchas vueltas y estamos convencidos de que hoy te has sentido una persona
privilegiada por lo que has visto y has aprendido. Seguro que lo que has vivido
hoy te hará ser un poco mejor.
César
Jiménez, de verdad que ha sido un placer tenerte hoy entre nosotros, te
esperamos cuando quieras. Gracias.