Un año más estamos aquí para
nombrar a nuevos embajadores de la Casa Grande, para nombrar a personas que con
su trabajo y su compromiso son portadores de valores a los que, en última
instancia, aspiramos todos a que nos definan como personas.
Podría decir que es un
acontecimiento que ya está institucionalizado, algo que cuando llega noviembre
ya se espera y también me atrevería a decir que, a partir de este año, se
esperará más, puesto que este III Acto ha puesto el listón muy alto. Ha sido
dinámico, armonioso, lleno de actividad, llevado a cabo con mucho sentimiento,
lleno de dulzura y muchísimas dosis de humanidad y, por último, diría que
desarrollado con una exquisita y elegante profesionalidad. Ha durado una hora,
exactamente 60 minutos, pero nadie, absolutamente nadie, es capaz de imaginar
todo el trabajo que se lleva a cabo para desarrollar 60 minutos por, para y con
la Casa Grande. ¡Hace tantos meses que comenzó a fraguarse esta maravillosa
historia!
Lo mejor de todo es que desde el
minuto uno la Casa Grande cuenta con personas solidarias, pero con una
solidaridad exagerada y llena de ternura. S curioso hacer un acto para nombrar
embajadores que tienen un carácter solidario y que este acto se pueda
desarrollar porque hay muchas personas entorno a la Casa Grande que están
entregadas en cuerpo y alma a esta Institución.
Conseguir realizarlo en el
Palacio de Congresos y Exposiciones “Lienzo Norte” de Ávila solo es posible gracias
a D. Gonzalo Súnico, que se sigue olvidando de resultados económicos. Además,
está siempre abierto y con una sonrisa a dejarnos invadir sus espacios, en
definitiva, su Casa, para que ensayen las horas que hagan falta.
Ahora bien, si hay alguien que es
el alma de este acto y este año más que nunca, es Esther Martín (me da igual
que no le guste que escriba esto). Siempre diré que es una excelente
profesional, es más, puedo afirmar, y así lo hago, que lo mejor que le ha
pasado a la Casa Grande en estos últimos años se llama: “binomio Esther Martín
y VIDICAM”. ¡Son tan maravillosamente extraordinarios y conocen tan a fondo los
entresijos de esta Casa…!
Es un auténtico lujo tener a
estos profesionales tan entregados a esta causa, pero de verdad que es un
verdadero privilegio sentir tan cerca el cariño sincero de Esther, Jesús,
Margarita y Borja. Si a este cuarteto añadimos a la mujer más anónima, a la que
mejor narra las historias, a la que nos introduce en sus argumentos, a la que
es toda sabiduría y talento teatral… es decir, a Pilar Rodríguez, pues se forma
un excelente quinteto capaz de revolucionarlo todo y de llevar a cabo una gala
como la que ha salido este año: un auténtico espectáculo lleno de magia,
misterio, luz, sonido, en el que los sentimientos han estado a flor de piel a
través de la búsqueda de ángeles que se han conocido un poco más en el reflejo
que de ellos han hecho las cámaras de VIDICAM.
De verdad que a estas 5 personas
no me sale darles las gracias porque son tan de la Casa… pero si debo y quiero
hacerles este reconocimiento a nivel profesional. Por su altruismo no les voy a
dar las gracias, pero por su profesionalidad tengo que decir que son dignos de
admiración. Los ángeles de la Casa Grande han conseguido el milagro de
juntarlos para beneficio de estos ángeles terrenales y sin alas.
Mi gratitud más sincera a
Alquimia Estudios S. L. por su generosidad. Mi admiración más profunda a
Rodrigo, ese presentador extraordinario, que se metió al público en el bolsillo
desde el minuto cero. Mil gracias a todos los “chicos de Pilar Rodríguez”, a
estos jóvenes estudiantes que han querido ayudarnos aun estando en plenos
exámenes. Sé que tenéis una actitud solidaria que emana de vuestro corazón,
¡gracias chicos! Al equipo de Marca de la Casa Grande, ya sabéis lo que pienso
de vosotros. Gracias por vuestra generosidad y profesionalidad. Maite y María,
María y Maite… ¡Cuánto ingenio tenéis y qué bien lo hacéis!
Pues bien… gracias a todo lo
anteriormente dicho es por lo que se ha podido hacer esta Gala en la que se han
puesto de manifiesto las cualidades de cuatro nuevos embajadores.
Mª Ángeles Álvarez, Fernando
López del Barrio, Arturo Mancebo y Mª Rosario Sáez Yuguero.
La función de un embajador es
clave dentro de las organizaciones, es aquella persona voluntaria que lleva las
experiencias de sus acciones con las personas más vulneradas hacia sus círculos
más cercanos, como son la familia, amigos, conocidos… y de esta forma esos
círculos pueden ser invitados a ser parte de dichas entidades.
Estos embajadores toman este reto
con mucha responsabilidad, ilusión y fuerza. Lo demuestran con su actitud en el
día a día. Hay personas que a pesar de los problemas que vive el mundo, siguen
teniendo esperanza en el futuro y avanzan por el camino del diálogo porque
creen en la concordia, la justicia y la paz y además piensan que la vida digna
y la solidaridad sean la norma para todos.
Nuestros embajadores son personas
que tienen que alzar su voz con valentía y responsabilidad para proteger a los
más débiles, los desfavorecidos, en definitiva, a los más vulnerables.
Tienen que tener una actitud de
servicio a los demás y llevarlo a cabo tanto con cosas pequeñas o grandes, en
público o en privado. Siempre está motivada por afecto y se le hace desde la
gratitud. Además, tienen que tener por lema y por bandera la solidaridad que
bien sabemos que es un valor social que nunca caduca. Esta palabra a veces da miedo,
pero hoy más que nunca debemos y tenemos que “educarnos en solidaridad”. Hay que
crear una mentalidad que nos haga pensar en una pluralidad de manera colectiva
y siempre en segunda persona. Los chicos de la Casa Grande saben mucho de
colectividad, conocen bien lo que es ser segunda persona porque casi nunca en
su vida les han dejado ser “yo” en primera persona.
Pues todo esto es lo que tienen
encomendado nuestros embajadores, y ya son 12, como verán, un número muy
importante y redondo.
Gracias a todos por lo que
hacéis, por vuestro compromiso, lealtad, cariño sincero, por pensar en la Casa
Grande y por sentir en vuestro camino a los que menos tienen. Miles de gracias
por todo lo que vais a hacer, por vuestra ilusión, por dedicar tiempo a esta
Casa y porque sé que lo hacéis aun a costa de quitárselo a los vuestros. Os
pido que no desfallezcáis en vuestro empeño de hacer felices dándoles más
calidad de vida a “vuestros ángeles” de esta Casa Grande que es un poco vuestra
y a la cual pertenecéis.
¡Bienvenidos a sus vidas! GRACIAS